La economía de Estados Unidos enfrenta una nueva amenaza tras el inicio de una huelga por parte de los trabajadores portuarios. Estos puertos manejan aproximadamente el 50% de la carga marítima del país, incluyendo el 14% de las exportaciones agrícolas y más de la mitad de las importaciones.
La huelga, que comenzó el 1 de octubre, afecta a 36 puertos clave en la Costa Este y del Golfo, desde Maine hasta Texas. La disputa surge por las demandas de la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), que busca un aumento salarial del 77% en seis años, algo que los operadores portuarios, representados por la Alianza Marítima de los Estados Unidos, han rechazado. Esta es la primera paralización de operaciones de contenedores desde 1977.
Empresas minoristas y de logística ya buscan alternativas más costosas, como redirigir mercancías a la Costa Oeste o importar productos de manera anticipada, para evitar interrupciones en sus cadenas de suministro.
La huelga se da en medio de una campaña presidencial donde temas como la inflación y los precios al consumidor son prioritarios. La administración Biden está evaluando diversas estrategias, aunque ha descartado por el momento la posibilidad de invocar la Ley Taft-Hartley de 1947, que obligaría a los trabajadores a retomar sus actividades.
Los expertos advierten que incluso una huelga breve podría tener consecuencias graves. Por cada día de paro se necesitarían al menos cinco para resolver los retrasos en las operaciones. Si la huelga se extiende, las consecuencias incluirían pérdida de exportaciones, mayores costos de importación y retrasos en la manufactura, lo que podría afectar los precios de bienes de consumo durante la temporada navideña.